24 de diciembre de 2012

La lucha titánica de un hombre contra el atraso y el oscurantismo



  Acabo de leer un libro EXCEPCIONAL. Su título es “Tres tazas de té. La lucha de un hombre por promover la paz, escuela a escuela”. Es una mezcla de biografía, novela, libro de viajes, ensayo, que sorprende, conmueve, emociona, enseña, pero sobre todo hace creer que aún es posible,  a través del esfuerzo, la tolerancia, la inteligencia, el altruismo y la solidaridad, ayudar a cambiar realmente para bien la vida de las gentes (al menos las de quien apenas tienen nada y luchan por sobrevivir y no están aún demasiado contaminadas por el conformismo, la comodidad y el “desarrollo” como nos pasa en las sociedades llamadas “occidentales”). 


  Sus cuatrocientas y pico páginas, que te “enganchan” de manera inmediata, describe la lucha titánica de un alpinista, Greg Mortenson, por llevar la educación y con ella la esperanza de desarrollo y más bienestar, a través de la construcción de escuelas –especialmente para las niñas, más discriminadas culturalmente- y otras acciones, a pueblos olvidados del norte de Pakistán y Afganistán, en valles perdidos de montañas de más de 8000 metros, en la cordillera del Karakorum, cerca del Himalaya.

Además –y lo anterior ya es mucho-, como telón de fondo de la lucha de Greg Mortenson y su organización Central Asia Institute, este libro – al menos a mí-  me ha enseñado más sobre la situación política, social y religiosa de la sociedad islámica de Pakistán y Afganistán que las decenas de artículos y noticias que he ido leyendo en la prensa en los últimos años.

Os lo recomiendo absolutamente (9,95€ en la edición de bolsillo) no creo que defraude a nadie, al contrario, ampliará los horizontes emocionales y de conocimiento de quienes lo lean. 
                                 

  Sinopsis  sacada de  la web de la editorial  (www.rocabolsillo.com)

En 1993, Greg Mortenson regresaba de un intento fallido de alcanzar la cumbre del K2. Exhausto y desorientado, llegó a una aldea del norte de Pakistán donde le cuidaron hasta su recuperación. Durante su estancia, vio como los niños de la aldea estudiaban sus lecciones a la intemperie escribiendo con un palo en el suelo embarrado. Antes de regresar a casa, Mortenson les prometió volver y construir una escuela. De aquella promesa nació una de las campañas humanitarias más increíbles de la historia: la misión de un solo hombre de luchar contra el extremismo y el terrorismo construyendo escuelas, especialmente para niñas, en el país que vio nacer y alimenta a los talibanes. El viaje a Pakistán de un hombre que consiguió hacer cambiar el cuartel por la escuela, las armas por los libros. Greg Mortenson ha sido candidato al Premio Nobel de la Paz 2009.

Fecha de publicación: enero de 2010
Número de páginas: 416
Formato: 12,5 cm. x 19 cm.
 Precio: 9,95 €
Traducción: Cristina Mbarichi Lumu

Enlaces de interés
 

   









T.Melo, 24-12-12

23 de diciembre de 2012

ESCURRIR EL BULTO

Como en Navidades, en general, se suele tener más tiempo, os voy a proponer la lectura  de un artículo largo, denso y profundo del ensayista y filósofo Javier Gomá Lanzó, quien se atreve, entre otras muchas reflexiones interesantes, a proponer "escurrir el bulto" y confesar limpimante "sobre eso no tengo opinión formada" cuando las circunstancias de esta compleja vida que nos ha tocado en suerte nos obligan casi a tener una opinión sobre todo, lo cual -normalmente- significa que suele ser que no tenemos ninguna en profundidad sobre casi nada. Bueno es pararse a reflexionar sobre ello, para que no nos volvamos cada día un poco más locos, con tanta toma de posición obligada a la que estamos continuamente expuestos. 
Aunque personalmente intento no escurrir el bulto en mi vida cotidiana, en las circunstancias que describe el autor es más que saludable. ¡Qué disfrutéis! Felices Fiestas y mejor 2013.T.Melo
 

 Javier Gomá Lanzón, Escurrir el bulto, Babelia. El País, 22/12/2012
 En una sociedad que fuerza continuamente al ciudadano a tomar partido, vale más una prudente duda reflexiva.
Uno más o menos está prevenido contra las acechanzas del maligno, pero ¿quién te prepara contra las seducciones de los buenos? Ante éstos, confiados, bajamos la guardia y estamos perdidos. Contempladas una a una, las justas causas de este mundo merecen apoyo; persuadidos por la fuerza que las anima, el primer impulso es dar un paso al frente. ¡Cuenta conmigo! El ardor se enfría algo cuando reparamos en la variedad infinita de causas que nos solicitan ¿solidarias, medioambientales, culturales, políticas? y en que la elegida quizá no sea la prioritaria sino sólo la primera que llamó a la puerta. Entonces se nos ofrece la siguiente, asistida también de excelentes razones, y luego la siguiente. Entretanto, cada cual va tratando de cumplir día a día, con muda monotonía, los menesteres familiares, profesionales, vecinales, cívicos y legales que gravitan sobre el ciudadano medio asumiendo un desgaste carente de lucimiento personal alguno, pero trascendental para asentar la anónima normalidad de las cosas. Atender con algún decoro todo ese cuerpo de deberes ya absorbe muchísimas energías y, una vez satisfechos todos, apenas nos quedan fuerzas residuales para compromisos supernumerarios. ¿Qué hacer? Como no se trata, supongo, de luchar contra el deshielo de los casquetes polares o a favor de la renta mínima de inserción o de la cooperación al desarrollo por el expediente de meter a los hijos en una esclusa, como Rousseau, o pedir al prójimo que pague mis impuestos, como tuvo el donaire de hacer Agustín García Calvo, mi llorado profesor de métrica latina, al final acaba uno buscando la manera de escurrir el bulto. Sucede con frecuencia que el ciudadano cumplidor, aquel que puntualmente se responsabiliza de todas las obligaciones inherentes a la posición que ocupa, mientras se consume en este empeño ha de escuchar los escrúpulos de su mala conciencia o los reproches de terceros que le afean su conducta tachándola de descomprometida, de calculada tibieza o de egoísmo. 
Un cierto republicanismo —empezando por la Hannah Arendt de La condición humana— nos ha acostumbrado a pensar que ciudadano virtuoso es aquel que, como el antiguo griego, desdeña familia y trabajo —en la Grecia clásica, quehaceres propios de mujeres y esclavos— y, abandonando esa esfera privada, acude al ágora para deliberar ociosamente con sus iguales sobre asuntos políticos de interés general. Yo sostengo, por el contrario, que los profesionales de la política no ostentan ni mucho menos el monopolio de lo público y también —recuperando aquel eslogan feminista que decía que lo personal es político— que alguien que simplemente funda una casa y elige un oficio, cuidando de ambos con diligencia, es ya, de pleno derecho, una persona pública y está promoviendo con su vida una justa causa de interés general.
No sólo como ciudadano, también como filósofo, siento a menudo la necesidad de escurrir el bulto. Y eso que no comparto en absoluto el socorrido lugar común que pretende que la filosofía es la historia de los problemas y no de las respuestas, de las dudas y no de las certezas. Me gusta repetir que el auténtico filósofo se caracteriza, dentro del sistema de saberes, por especializarse en ideas generales, esas ideas sobre el Todo en general que las demás disciplinas presuponen sin convertirlo en tema. En consecuencia, la filosofía ha de saber producir respuestas y certezas sobre la totalidad del mundo, aunque por supuesto nunca definitivas. Un Todo filosófico se presenta muchas veces como un ideal. Ahora bien, el ideal señala una dirección y su valor se mide por la excelencia que enuncia, movilizadora de fuerzas sociales latentes, no por su aplicación práctica. ¿Quién ha visto alguna vez realizado en la historia real el ideal del hombre prudente aristotélico, el del agente moral autónomo kantiano o el del superhombre nietzscheano? La filosofía haría bien en mantenerse en ese plano de idealidad y no aspirar a convertirse en una crestomatía o un vademécum válido para todos los casos. Entre los primeros principios de la filosofía y la realidad que habitamos se abre un hiato; tratar de llenarlo sería como desertar de las austeras ideas generales y abandonarse a la concupiscencia de una casuística que pertenece, en puridad, a la riquísima y problemática contingencia humana, irreductible a concepto.

De que los filósofos cavilen sobre el Todo no se sigue, por tanto, que deban perorar sobre todo. Con frecuencia se les requiere para que expresen su parecer sobre las más variadas cuestiones. Recuerdo que en los exámenes universitarios me desenvolvía bien cuando había que desarrollar un tema general de la asignatura pero mal en los multiple choice, porque, salvo la abiertamente absurda, todas las otras respuestas me parecían de algún modo correctas. Lo mismo me ocurre ahora con la llamada ética aplicada. Por un lado, el pensamiento avanza con tempo geológico mientras que la sociedad demanda soluciones supersónicas. Por otro, algunas de estas materias entran en la arena de la controversia política y al punto dejan de ser neutras para el pensamiento —que debería mantenerse fiel exclusivamente con objeto de su meditación— y se contagian de la dialéctica amigo/enemigo propia de la lucha partidista. Entonces del filósofo no se espera ya una opinión sino una afiliación, una equis en el examen tipo test a la alternativa, por ejemplo, abortista o antiabortista, cuando lo interesante, en perspectiva filosófica, consiste en hacer aflorar la antropología subyacente a la quaestio debatida. En el caso del aborto, si se argumenta que desde el instante mismo de la concepción el embrión es no sólo vida sino vida humana, ¿debemos entender que lo específicamente humano reside en los cromosomas?; si se defiende el derecho a abortar por malformación del feto, ¿qué hace la vida humana digna de ser vivida: la ausencia de sufrimiento?

Ante este tipo de situaciones, obligados a tomar posición en breves segundos con un sí o un no, recomiendo no ceder al síndrome del micrófono y, aun a riesgo de decepcionar, decir con sencillez: “Sobre esto no tengo opinión formada”. Y escurrir descaradamente el bulto.

2 de diciembre de 2012

A VUELTAS CON LA CORRUPCIÓN EN ESPAÑA

Volvemos a presentar un tema relacionado con la corrupción en los ámbitos del poder en España. Escrito por el Doctor en Física de la Univ. Autónoma de Madrid, Iñigo Aguirre de Carcer, en la página web yayoflautasmadrid.org. ¿Alguna vez se darán por enterados los señalados con el dedo o seguirán mirando para otro lado como si la cosa no fuera con ellos?

La corrupción en España

Investigación bibliográfica realizada con el objetivo de documentarnos colectivamente sobre el tema l@s Yay@flautas). Autor: Iñigo Aguirre de Carcer:

La corrupción en nuestra sociedad es un  asunto importante. Según los trabajos cuya referencia adjunto al final del texto, la población española ya tiene asimilada la corrupción política en la Administración del Estado (local, regional, central) y desconfía que pueda acabarse mediante una acción colectiva de los perjudicados y por ello adopta una actitud pasiva. Según estos estudios, la corrupción de funcionarios es muy baja; , 3% (de los usuarios del servicio administrativo reconoció haber sobornado al administrador público en el año anterior), en el ámbito del Urbanismo.  La corrupción que supone una gran sangría y que arruina la economía española, está más ligada a la política y está inicialmente motivada por la necesidad de financiar las máquinas electorales.  Cuando un partido político o un grupo de ellos alcanza el poder de la administración, se saturan todos los puestos de trabajo que aguante efímeramente esa administración , con cargos “a dedo”- de libre designación., personal de su confianza  Esto ocurre en la friolera de 21,400  administraciones públicas y los 8100 municipios españoles. Pudiendo decidir la suerte de una jugosa oferta a la administración que dirige,  no todos esos cargos electos,  o sus personas de confianza,  terminan su mandato sin haber participado en la solución de las deudas de sus partidos y las necesidades de sus allegados con dinero de todos. Siendo imperante la atmósfera de trato de favor a unas empresas determinadas en unos meses los escrúpulos desaparecen al oír el repetido   “ vox populi” que nos dio del juez Divar “todos lo hacen”. La fuerza de la idea “otro en tu lugar lo hará y te quedaras sin nada”  termina de llevar a los rezagados a los potreros donde medran los corruptos.

Las sociedades en las que la gente se fía del vecino, de su igual, arrojan índices de corrupción mucho más baja que aquellas sociedades, como la nuestra, en donde nos creemos más a los políticos que aparecen en la televisión con frases rotundas (en ocasiones sin sentido) que la honradez del que está a nuestra misma altura.
Deberíamos llamar la atención de nuestros conciudadanos sobre los siguientes puntos:
a) La corrupción se lleva nuestro dinero colectivo; salió de nuestros bolsillos para pagar unos servicios e infraestructuras comunes y terminó desviado a otros bolsillos como gratificación por los “favores” (decisiones administrativas finales) prestados. La cantidad de la hacienda común que se desvía por la vía “tanto dinero por tal decisión de un cargo electo”  puede ser del orden de una fracción importante de lo que debemos colectivamente, causa de los “recortes” en las prestaciones sociales básicas. El proceso corrupto da lugar a una decisión administrativa que redunda en un negocio seguro para una empresa o empresario. Este  logra un contrato en una adjudicación administrativa en donde  no existen empresas que compitan con alguna posibilidad de ofrecer una mejor oferta.

Este dinero hoy nos resulta urgentísimo. No exigir cuentas y no exigir un buen funcionamiento de cómo se gastan nuestros dineros (como lo haríamos con el dinero que destinamos a asuntos distintos de los impuestos) da lugar  a que no haya dinero para pagar la deuda colectiva que asumieron por nosotros. (¿Quien recuerda a sus señorías del Congreso pedir explicaciones sobre el endeudamiento por encima de lo que la economía podría pagar en tiempo y forma durante las últimas legislaturas?).
Es muy poco creíble que nuestros representantes electos atajen este problema del que se financian los partidos políticos en los que están encuadrados.

Las obras y grandes contratos “Chanchucheados” tienen que realizarse y ser abonados por la administración para que se cierre el círculo y los cargos electos con decisión en la materia paguen , (como se había acordado) por la inversión electoral en la que salieron elegidos. Además parece que sus señorías “anti 25-S”, que justifican sus privilegios en la alta labor de Representar al Pueblo, nunca tuvieron la curiosidad de ver que se estaba viviendo a crédito para pagar servicios mínimos  (ya muy deteriorados) a la población: en seguridad ciudadana (delitos contra la población como la corrupción o la estafa de los que no contribuyen lo que corresponde); en Salud y Bienestar Social (dependencia, envejecimiento, epidemiología e investigación médica). Estuvieron demasiado ocupados en mirar a sus jefes y seguir las instrucciones de la dirección del partido como para ocuparse de esas minucias. Los próximos candidatos tampoco pueden ocuparse de cómo se pagan los gastos de la campaña electoral ; están en campaña sin tiempo para otros asuntos.

b) La inversión de dinero, vital para el funcionamiento de nuestra sociedad- La inversión internacional se retrae mucho ante la corrupción real existente en España. Sin esa inversión la economía española se contrae. La corrupción está haciendo gran daño a la sociedad tocada por la crisis económica al alejar la inversión fuera de nuestras fronteras. como nos demuestran sólidos estudios del Banco Mundial, aleja la inversión, genera gastos innecesarios y reduce los ingresos públicos. Un país con alta corrupción elabora políticas para beneficio de unos pocos, no de la sociedad en su conjunto; un país con alta corrupción genera infraestructuras deficientes, regula mal los servicios públicos privatizados, y obliga a los empresarios honestos a esfuerzos sobrehumanos para sostener sus empresas. La corrupción produce un deterioro en el funcionamiento de la justicia, daña el Estado de derecho y genera profundas desigualdades sociales.  Quien denuncia con fundamento la corrupción no es un chivato, es una persona que actúa con lealtad institucional y social, y que merece nuestro agradecimiento (11 de noviembre de 2009-JESÚS LIZCANO, ANTONIO GARRIGUES WALKER, JESÚS SÁNCHEZ LAMBÁS Y MANUEL VILLORIA  -El Pais)

c) En el circuito de la corrupción, el sistema bancario protege esas prácticas depredadoras de nuestros bolsillos (del dinero que estaba en nuestros bolsillos antes de abonar el IVA y pagar los impuestos). El secreto bancario y la opacidad de las cuentas son más importantes que la cohesión social. Muchos bancos españoles tienen en la administración y en los partidos políticos mayoritarios su mayor cliente, quien les debe más dinero.  Cabe pensar que si del bolsillo común se pagan los “pufos” de los bancos (decisión del gobierno que sale de los cargos electos), las entidades financieras condonen las deudas o retrasen el cobro de los préstamos otorgados para anteriores citas electorales. Nos harán pagar a todos el agujero de los bancos incluyendo el dinero huido de la economía de nuestra sociedad.

D) No todos son corruptos, debemos apoyar a los que se enfrentan al problema aunque sea su obligación como funcionarios hacerlo. En los últimos meses hemos visto como se paralizan las investigaciones sobre presuntos casos de corrupción cambiando de puesto a quienes se empeñan en intentar poner las cosas claras para que sean juzgadas. Esta forma de hacer política, “enseña” a muchos potenciales colaboradores “anti corrupción” a mirar a otro lado para evitar que degraden su puesto de trabajo o le despidan, y sea adjudicado a otro que evitará que dispongamos de todas las pruebas para juzgar el caso. La gran lección de estas decisiones de gobierno es que si insistes en aclarar casos de corrupción, lo más probable es que salgas perjudicado a nivel personal y además el asunto quede impune. Mientras tanto los nuevos en política reciben el mensaje “todos lo hacen, si no aprovechas tu lo hará otro”.

Bbilografía:
-CORRUPCIÓN EN 2009: LA AMARGA VERDAD Manuel Villoria Mendieta
(Publicado dentro del Informe sobre Democracia en España 2010 de la Fundación Alternativas)
-La corrupción en España (2004-2010): datos, percepción y efectos Manuel Villoria y Fernando Jiménez
 Reis 138, abril-junio 2012, pp. 109-134
-Corrupción: obstáculo al crecimiento y a la competitividad Laura Alcaide Zugaza -ECONOMÍA EXTERIOR. Núm. 31. 2004/05
-Esto funciona así: Anatomía de la corrupción en España. Fernando Jimenez y Vicente Carbona. Letras Libres Febrero 2012
-El Marco de la Integridad Institucional en España Situación actual y recomendaciones Tirant lo Blanch Valencia 2012
-Resultados del INDICE DE TRANSPARENCIA DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS (INCAU) 2012, elaborado por Transparencia Internacional España

 FUENTE: Escrito por yay@flautas Difusión En nov - 29 - 2012, http://yayoflautasmadrid.org