7 de febrero de 2016

EN HOMENAJE A UNA PERSONA EXCEPCIONAL



  Estas breves palabras quieren ser un sentido homenaje, que compartimos sin duda todos los que la conocemos, a un ser humano excepcional de verdad. Fausta es (y utilizamos el presente porque sigues estando en nuestras vidas) un ser humano de cualidades poco habituales. Auténtica, de una generosidad inigualable, cariñosa y  caritativa, y agradable con todos. Siempre ha sido comprensiva con unos y otros, y pocas veces – si es que ha habido alguna- la habrá nadie oído decir mal de alguien. Además ha sido emprendedora y lista como pocos, y portadora de una intuición sorprendente de la que se sentía, con razón, orgullosa (“¿Qué te había dicho yo?”, decía, tras confirmarse a menudo su presentimiento). 

  Luchadora y trabajadora incansable a lo largo de toda su vida, incluso cuando la maldita enfermedad apareció hace ya diez años, ha sabido ir capeándola con coraje durante todo este tiempo, hasta que ya no ha podido más. A menudo nos decía que sólo se iría tranquila cuando viera que su hija, su yerno, sus nietos, hubieran asentado su negocio de hostelería. Y por eso estamos seguros de que ahora descansas tranquila, sin penas ni dolor (¿verdad que sí, Fausta?), aunque nosotros nos quedemos con la congoja de saber que podríamos haber disfrutado de tu extraordinaria humanidad al menos una docena de años más.

  Este pueblo nuestro ya no será el mismo sin tu presencia acogedora y positiva, pero muchos procuraremos que tu benefactora influencia siga haciéndonos compañía cada día, y haciéndonos mejores, siguiendo tu ejemplo. Sólo que muchos vamos a sentirnos más solos sin ti, porque nos dolerá tu ausencia durante muchísimo tiempo. Y uno de ellos tu marido, Fernando, que te ha cuidado en estos largos años de enfermedad con cariño y devoción y del que todos también nos sentimos orgullosos por ello. Y tu hija Mari Cruz, por supuesto, que ha estado ahí igualmente con igual celo. Y tu familia, y tus amigos, y tus vecinos y vecinas, que no han dejado que pases sola estos difíciles últimos años. Y tantos otros que te conocen.

  Puesto que morir es “ley de vida” como se asume popularmente, y está claro que a cada ser vivo le “llega su hora” antes o después, y a ti te ha llegado, te despedimos hoy, con pesar inmenso eso sí; pero te decimos sólo hasta pronto, allí donde vayas, que seguro que es un lugar especial ganado por tus 73 años de vida haciendo el bien en cualquier lugar por donde has pasado. Y a algunos sólo nos queda la sana envidia de pensar que tal vez, también nosotros, merezcamos ese lugar especial y podamos seguir allí disfrutándolo, en tu compañía, que es lo que más nos importa.

  Hasta siempre pues, querida Fausta. Te seguimos queriendo todos, como siempre lo hemos hecho, porque siempre te lo has merecido.

                                      En Higuera de Albalat (Cáceres). 1 de febrero de 2016