8 de noviembre de 2015

Muestra de solidaridad poemil de un amigo

LAS CUATRO RUEDAS

Se necesita ser valientes
zorrocotros y siesos
y muy grandes maleantes,
para pinchar en plena noche
las cuatro ruedas de un coche.

«No se atreverá este auto
a defenderse él solito
ni soltará su pitada
ni escapará de nosotros»,
comentó el delincuente
mayor de los primates.
Y punzaron en la oscuridad
con alevosía y nocturnidad
las cuatro ruedas de un fiat,
que se quedó sin aire
ni dijo esta boca es mía.

Sabían que era lo más innoble
dañar con saña un metal
pensando que dicho mal
recaería sobre el dueño.

¿Pero qué otra cosa esperar
de esta maldita gente?
¿No les da vergüenza la faena?
¿No se les quebró la mano
mientras ejercían el delito?
¿No les dio un dolor de pura rabia
y cayeron hacia atrás…?
Sabían que enfrentados al hombre
este podría responder
y podría hasta herirles
en legítima defensa.
Por eso lo hicieron de noche
como todos los traidores
y atacaron en la sombra
de una noche apacible
a una estructura metálica
aparcada y dormida.
Eso lo haría hasta un niño…

No importa.
A esos probables autores
de esta vil salvajada
pronto se les caerá la careta
y cantarán sus nombres
ante las fuerzas del orden.

¿Qué será lo próximo,
a dónde llegará esta gente?
Más que digo.
Hay que ser cautos
y no darles ideas
a estos idiotas
con menos sesera
que un gato.

Eso sí.
Que paren y reflexionen rápido.
Que echen el freno a su odio
y se dejen muy bien aconsejar;
que enciendan claramente los faros
de su poca o nula conciencia
Y pongan al ralentí
su poco o nulo entendimiento
para vivir todos en paz
en este bendito pueblo
de Higuera de Albalat.

Que si a Tomás en persona
a Tomás y su equipo,
a Tomás y su familia,
a Tomas y sus amigos…
algo les sucediera,
ya sabemos todos
a quién señalar.

 
Jesús C.P.

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